miércoles, 13 de agosto de 2025

Poner límites también es cuidar. Escuela de Familias – Asociación Ad-Hoc

 




“Poner límites no es un acto de violencia. Es un acto de amor que protege, sostiene y transforma.”

 

Escuela de Familias – Asociación Ad-Hoc

Poner límites también es cuidar

En muchas familias, hablar de poner límites puede generar dudas, miedos o incluso culpa. A veces, sentimos que limitar es sinónimo de reprimir, controlar o imponer. Sin embargo, los límites bien puestos no son castigos ni prohibiciones injustas: son una forma de cuidado, respeto y protección.

En el ámbito familiar, los límites actúan como una guía afectiva y estructurante. Nos ayudan a entender qué se espera de nosotras/os, qué es aceptable y qué no, y nos dan un marco de seguridad emocional. Son un recurso fundamental no solo para la convivencia, sino también para la prevención de conductas de riesgo, como el consumo problemático de sustancias o el desarrollo de comportamientos autodestructivos.

Prevenir desde el hogar: los límites como herramienta de protección

Cuando hablamos de prevención en salud mental y en el abordaje de las adicciones, a veces pensamos únicamente en información, talleres o intervención profesional. Pero la prevención primaria comienza en casa, en los vínculos cotidianos, en la forma en que las personas adultas cuidamos, orientamos y acompañamos.

Los límites:

  • Previenen la exposición a situaciones de riesgo (por ejemplo, consumo precoz de sustancias).
  • Fomentan la responsabilidad personal y la capacidad de elegir con conciencia.
  • Promueven la autoestima al enseñar que merecemos respeto y que podemos cuidar nuestras decisiones.
  • Ofrecen contención emocional, especialmente en momentos de crisis, frustración o confusión.

No se trata de imponer el control, sino de ofrecer una base segura desde la cual crecer.

En contextos de consumo: límites aún más necesarios

Cuando en el entorno familiar hay situaciones vinculadas a adicciones, el establecimiento de límites se vuelve aún más relevante. En estos casos, muchas familias experimentan un desgaste profundo, sienten que han “perdido el control” o que todo intento de diálogo fracasa.

Pero justamente en estos contextos, poner límites firmes y afectivos puede marcar la diferencia. No solo ayudan a proteger a la persona que consume, sino que también cuidan al resto de la familia, evitando dinámicas de violencia, manipulación o sobrecarga emocional.

 Poner límites no significa dejar de amar, sino amar de una manera más saludable.

 

Pautas para poner límites desde la prevención y el cuidado

1. Los límites se comunican, no se imponen

  • Usa un lenguaje claro y directo.
  • Explica el “por qué” de las normas familiares.
  • Evita los gritos, las amenazas o el castigo físico.

2. Coherencia entre lo que se dice y lo que se hace

  • Es clave que las personas adultas estén en sintonía.
  • Si decimos una cosa y hacemos otra, perdemos autoridad emocional.
  • Los límites deben ser sostenibles en el tiempo.

3. Consecuencias que educan

  • Toda conducta tiene consecuencias, y es importante que las personas jóvenes lo aprendan.
  • Las consecuencias no deben ser humillantes ni destructivas, sino coherentes con lo pactado.

4. No cedas ante el chantaje emocional

  • Las personas con consumos problemáticos a veces manipulan para evitar consecuencias.
  • Sostener los límites con firmeza (aunque duela) es una forma de frenar esa dinámica.
  • Acompañar no es complacer: es estar, sin habilitar comportamientos dañinos.

5. Validar emociones, sin justificar conductas

  • Podéis reconocer el dolor, la angustia o el enojo, sin permitir agresiones o faltas de respeto.

6. Fomentar espacios de diálogo

  • No todo debe ser corrección o normas.
  • Busca momentos de escucha y conversación sin juicios.
  • Preguntar: ¿Cómo estás? ¿En qué te puedo acompañar?

7. Revisar nuestras propias creencias

  • A veces sostenemos ideas como: “Si le pongo límites, se va a alejar” o “ya bastante mal lo está pasando”.
  • Estas creencias pueden hacernos ceder donde deberíamos sostener.
  • Poner límites también es enseñarle a la otra persona que merece una vida sin autodestrucción.

8. Cuidarnos para poder cuidar

  • Nadie puede sostener a otra persona si está agotada o rota por dentro.
  • Pedir ayuda, poner límites también a nosotras/os  mismas/os, y apoyarnos en redes comunitarias, es parte del proceso.

No estás sola/o

Desde la Asociación Ad-Hoc, sabemos que criar, acompañar o convivir con personas que atraviesan situaciones de consumo problemático no es fácil. Por eso creamos la Escuela de Familias, un espacio de encuentro, reflexión y apoyo, donde compartir experiencias, aprender herramientas y reconstruir el tejido familiar desde el cuidado mutuo.

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Porque acompañar también es prevenir.

 

 


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