OCHO
FALSAS CREENCIAS SOBRE LOS NIÑOS Y EL CONFINAMIENTO
Artículo y reflexión de Heike Freire y José María
Paricio Talayero
4 de Abril de 2020
Nuestra
intención no es cuestionar las leyes y recomendaciones establecidas por las autoridades
hasta el momento, sino invitar a la calma, a la reflexión y al intercambio de
conocimientos
Últimamente, en
los medios de comunicación, las redes sociales, los grupos de WhatsApp o
Telegram y, en general, las conversaciones públicas y privadas, circula toda
una serie de dudas, opiniones, prejuicios, bulos y creencias erróneas sobre
infancia y coronavirus, muchas de las cuales parecen fruto del miedo
que se ha instalado en nuestra sociedad. Como profesionales de la infancia, a
la que estas ideas falsas afectan de diversas formas, nos vemos en la
responsabilidad de desmentir y aclarar algunos de los temas más recurrentes que
hemos podido detectar a lo largo de estas semanas de confinamiento.
No cabe duda que, frente a una crisis como esta, inédita en nuestra historia
reciente, y de la que todas estamos aprendiendo, cualquier medida, por sabia
que sea, tiene sus inconvenientes. Pensamos que es necesario reconocer y valorar todos
los posibles efectos de la situación en la que nos encontramos, para
tratar de evitar los negativos o para acompañarlos y así mitigar su impacto.
Queremos dejar claro que nuestra intención no es cuestionar las leyes y
recomendaciones establecidas por las autoridades hasta el momento, sino invitar
a la calma, a la reflexión y al intercambio de conocimientos para, si es
posible, introducir mejoras en las prácticas individuales y colectivas.
Abordamos ahora,
de modo conciso, cada uno de los mitos relacionados con la infancia y el
confinamiento.
1. El
coronavirus es muy peligroso para los niños y niñas.
Falso: La
infección por coronavirus tiene una frecuencia bajísima de complicaciones en
los menores y en los adultos sanos por debajo de los 40 años.
Debido al clima
social de miedo que se ha generado, en las últimas semanas, muchas familias
temen por la salud de sus hijos e hijas. Todas las autoridades sanitarias del
mundo están de acuerdo en que la infección por coronavirus tiene un bajísimo
riesgo de gravedad y muerte en aquellas personas que no sufren una enfermedad
crónica de base, y más cuanto más jóvenes son. Eso incluye a niños y niñas e
incluso recién nacidos. La COVID-19, aunque se han dado casos terribles, en conjunto, no es
peligrosa para los niños y niñas.
2. Los
niños y niñas son vectores de contagio, transmiten el virus más que los
adultos.
Falso: Cualquier
persona de cualquier edad puede contagiar el virus siempre que sea portadora o
tenga la enfermedad.
3. Para
frenar la curva, la única solución es el confinamiento total de los niños y
niñas, como hacen en otros países.
Falso: No en
todos los países de Europa se han adoptado medidas de confinamiento estricto.
Francia,
Bélgica, Suiza, Austria, Inglaterra..., están siguiendo las recomendaciones de
la OMS y permiten que los niños y niñas salgan de modo ordenado a dar una
vuelta con sus padres cerca de casa. Estos últimos días, también se ha sumado Italia que a petición
del Colegio de Psicólogos, y de asociaciones de educadores y familias, ha
decidido que los niños y niñas puedan salir a pasear acompañados por un único
progenitor y en un área cercana a su domicilio, manteniendo la distancia de
seguridad. En Alemania, cuya administración está muy descentralizada, la
mayoría de los Lander señalan en sus textos la necesidad vital del juego para
la infancia y aconsejan que jueguen cada día en las áreas comunes, siempre con
los mismos compañeros y atendiendo a ciertas reglas. En Suiza pueden salir y
verse con sus compañeros o amigos más cercanos, siempre los mismos. En Francia
puede salir a pasear las familias de modo aislado a un máximo de 1 km de su casa.
4. Las
madres o padres positivos a coronavirus deben ser separados de sus hijos, no
pueden ocuparse de su cuidado. Las madres no deben amamantar.
Falso: La enfermedad se contagia unos días antes de causar los
primeros síntomas e incluso cuando no da síntomas. Si alguien de la familia
está contagiado, es previsible que todos los que conviven en el mismo hogar lo
estén.
Si los
cuidadores, aún afectos de COVID-19, se encuentran bien (lo más frecuente en el
caso de personas jóvenes y sin enfermedades previas) puede hacer las
actividades que su estado les permita. No tiene sentido aislarse unos de otros
en esos casos y el uso de mascarilla dentro del domicilio es de dudosa
utilidad. La enfermedad no se transmite por la leche materna. Las madres pueden
amamantar. Es previsible que, al igual que con otras enfermedades semejantes
que causan catarros, la madre que pase una infección por coronavirus fabrique
anticuerpos (defensas) contra el virus y que estas defensas pasen por la leche
materna protegiendo al lactante. El lavado de manos antes y después de
cualquier tarea, especialmente si se viene del exterior, es la mejor manera de
controlar los contagios. No añadamos angustias innecesarias a las niñas y niños
confinados separándolos también de sus progenitores o exponiéndolos a la visión
enmascarada de sus padres, cuando el uso indiscriminado de mascarillas no ha demostrado
ninguna utilidad.
5. Los
españoles siendo como somos, debemos confinarnos aún más, o tendremos más
muertos que en otros países.
Falso: Ni somos
el país con más muertos en cifras absolutas ni por 100.000 habitantes, ni
estamos en una fase más avanzada de la pandemia que el resto de países del
mundo.
La mortalidad en
cada zona depende de las características demográficas, de salud de la población
y de la capacidad de respuesta de su sistema sanitario. Los porcentajes de
ciudadanos en edad avanzada y/o con enfermedades crónicas previas y
descompensadas (de pulmón, de corazón, de riñón, de diabetes, de cáncer activo,
de déficit inmunitario) van a marcar la tasa de mortalidad de cada país y
región. Recordemos que la enfermedad se ceba justo en esos grupos de edad,
dejando indemnes a jóvenes, niños y, en general, a personas sanas previamente.
Por otro lado, los españoles no respetamos menos las leyes ni somos más irresponsables que los
europeos. Cada país ha ido adaptando el confinamiento a los datos
aconsejados por los expertos en cada fase de la epidemia. La legislación
francesa hizo referencia, desde el primer momento, a las características
especiales de la población infantil, a la necesidad para su equilibrio de estar
al aire libre y de moverse. Nuestras reglas de confinamiento son mucho más
estrictas para la infancia que las de otros países. Flexibilizarlas nos
ayudaría, además de a fortalecer la salud de nuestros hijos e hijas, a
practicar la participación, el cuidado colectivo a la infancia y la
responsabilidad.
Falso: Los niños
y niñas son una población más vulnerable al confinamiento que los adultos por
diversas razones.
Al estar en fase de crecimiento, necesitan el medio natural
para completar su desarrollo, tal y como lo han venido haciendo las criaturas
de nuestra especie desde los orígenes. Precisan de aire fresco, luz natural,
movimiento y juego, tierra, agua y vegetación. Para crecer saludablemente, se
estima que son necesarias al menos tres o cuatro horas diarias de juego
espontáneo al aire libre. Aún en esta situación especial, de confinamiento por
la pandemia, la OMS recomienda, al menos, una hora al día de actividad física
al aire libre. A muchos, el tamaño de sus domicilios no les permite casi ni
moverse. Por otro lado, el vínculo emocional con sus padres, que necesitan para
sobrevivir, les lleva a vivir intensamente las emociones de estos y a sufrir sus
consecuencias. Ya se ha reconocido oficialmente en España que, desde el inicio
del confinamiento, han aumentado los casos de malos tratos a la infancia en
porcentajes muy preocupantes, además de la violencia de género, que también
repercute directamente en niños y niñas. Aunque es la primera vez que
atravesamos una crisis de esta magnitud, disponemos de investigaciones previas
sobre confinamiento infantil y sus consecuencias en diversos contextos:
guerras, niños refugiados, hikikimori etcétera, que nos ofrecen indicios
perfectamente extrapolables a la situación actual. El confinamiento sí tiene
consecuencias para la salud, el bienestar y el desarrollo físico y psíquico de
niños y niñas.
7. En
casa, los niños están más seguros. Solo sus padres son responsables de que
estén bien.
Falso: Como
demuestran 40 años de investigaciones en Psicología Ambiental, los niños y las
niñas se desarrollan mejor al aire libre, a todos los niveles: físico,
emocional, social, creativo e intelectual.
Está demostrado que en los espacios cerrados tienen más accidentes,
y a la menor libertad de movimiento se une la fatiga atencional por un exceso
de concentración que tiene efectos negativos sobre el humor y el
comportamiento. Además, es un error pensar que son un asunto privado de sus
padres. No pertenecen a sus familias porque no son objetos sino sujetos de
derecho. Una categoría especial de ciudadanos cuyas necesidades especiales
están reguladas por leyes internacionales. Son más vulnerables que otros
colectivos porque, como hemos dicho, están en periodo de crecimiento. Y con sus
características propias, forman parte de la comunidad. Como dice el famoso
proverbio africano: para criar un hijo hace falta una tribu. Así ha sido desde
los orígenes de nuestra especie. Algunos antropólogos llegan a afirmar que es
precisamente la organización colectiva del cuidado a nuestras criaturas (que, a
diferencia de otras especies, nacen completamente inmaduras), lo que nos ha
hecho humanas y civilizadas. Sabemos que las vivencias y carencias infantiles
tienen repercusiones importantes a lo largo de toda la vida. Para garantizar la
democracia, todos los niños y niñas deben tener los mismos derechos y deberes.
Pero en la situación actual, no todos disponen del mismo acceso al sol, al aire
libre, a zonas verdes, al juego espontáneo en la naturaleza o a una familia
tranquila y sosegada, factores que son indispensables para un desarrollo saludable.
8. Ahora
lo importante es que hagan las tareas y “no pierdan” el curso.
Falso: Aunque
los aprendizajes y resultados académicos son fundamentales para el futuro de
los niños, en una situación crítica como la que vivimos, no son lo más
importante.
Dado que la
alteración de al menos un tercio del curso escolar afecta a casi 8 millones de
estudiantes en todo el país, las soluciones solo pueden ser colectivas. En las
familias, lo esencial es cuidar la salud física y mental de todos sus miembros,
permitiendo que los pequeños expresen y elaboren de diversas maneras (dibujos,
cuentos, música...) sus vivencias del encierro. Favorecer la comunicación, la
conexión y el disfrute en común, aporta bienestar a todos. Y dejarles un
espacio para que puedan cultivar sus intereses. Muchos de los grandes genios en
las ciencias, las letras y las artes, estuvieron confinados en sus casas por
enfermedad. Ello les permitió salirse un poco de la rutina escolar cotidiana
para descubrir y desarrollar una pasión que, más adelante, se convertiría en su
vocación y su profesión. Lo más importante ahora es que puedan integrar esta vivencia
traumática, en mayor o menor grado para todas, a sus vidas. Integrarla y
extraer de ella enseñanzas positivas.
*Heike
Freire es madre, filósofa, psicóloga y pedagoga. Asesora de organizaciones
públicas y privadas, administraciones y centros educativos. Y directora del
Curso Superior de Pedagogía Verde. Florida Universitaria Activista por los
derechos de la infancia y de la Tierra.
*José
María Paricio Talayero es padre, abuelo y pediatra. Doctor en Medicina.
Diplomado en
Diseño y Estadística en ciencias de la Salud. Presidente de APILAM
y creador de http://www.e-lactancia.org y http://www.telasmos.org.
Fuente: EL PAIS 4 de abril de 2020
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