¿Eres de las personas que salen
de casa sin teléfono móvil o te vuelves a por él en cuanto te das cuenta que te
lo has dejado? ¿Lo apagas en algún momento durante el día o cuando ya no te
funciona? ¿Llevas el cargador siempre a mano? ¿Comes, ves la tele o realizas
otras actividades con el móvil sobre la mesa? ¿Respondes los
whatsapp nada más llegarte? ¿Lo miras continuamente aún sabiendo que no tienes
ninguna notificación ni llamada? ¿Es lo primero que buscas nada más
despertarte?
Si registrásemos los datos de las
preguntas anteriores, nos sorprendería corroborar como la mayoría de la
población vive enganchada al teléfono móvil. Sin embargo, pocas veces se
entiende como un problema de adicción sino más bien como un vicio totalmente
sano, socialmente aceptado y que comúnmente se practica de manera justificada:
“Estoy esperando una llamada importante”,
“Mi familia vive lejos”, “Mis padres están mayores”, “Mi hija está empezando a
salir”, “Por si me surge algún imprevisto y tengo que llamar”,.. Fijaos
como un aparato que se inventó para facilitarnos la vida, por el mal uso o
abuso nos la puede llegar a fastidiar.
La NOMOFOBIA, esa palabreja que
mencionábamos en el título, no es más que el miedo irracional que se siente a no disponer del teléfono móvil,
bien porque se ha olvidado en casa o en el coche, porque se ha gastado la
batería, se está fuera de cobertura, se han agotado los megas o simplemente se ha
estropeado. No está considerada todavía como una patología o un trastorno del
comportamiento pero sí se viene observando que es consecuencia de un uso desmedido del teléfono que generalmente se utiliza para todo menos para
hablar.
Según los datos proporcionados
por el Instituto Nacional de Estadística el 96% de las familias cuentan
con al menos un teléfono móvil y el 77% acceden a internet a través de él. Lo
miran una media de 34 veces al día. Son el 58% de los hombres y el 48% de las
mujeres quienes sienten pánico al pensar en la posibilidad de no disponer de su
teléfono móvil. La población que con
mayor frecuencia lo utiliza para buscar pareja y romper con ella, mantener
conversaciones con personas desconocidas y compartir detalles de su vida son
los jóvenes entre los 15 y los 30 años.
¿QUÉ HAGO SI DETECTO ESTE PROBLEMA EN MI HIJ@?
1.
Revisarnos
a nosotr@s mism@s. Recordad que como padres y madres somos su modelo
educativo de referencia. Sería incoherente pedirle que deje el móvil si yo
estoy a todas horas con él en la mano.
2. Normas para tod@s.
Lo ideal es fijar unos límites expresos consensuados que cumplan todos los
miembros de la familia, así como un espacio
temporal libre para el uso del móvil.
3. Permitir hechos extraordinadios.
Hay situaciones puntuales en las que se puede negociar y permitir sobrepasar
las normas anteriormente pactadas, pero solo de manera aislada, no como rutina.
Por ejemplo, tener que hacer un trabajo para una asignatura, una clase online,
una videollamada con un amigo,…
4. Comunicación asertiva y escucha
activa. Tan simple como escuchar y compartir ideas, sin juzgar
ni echarle la charla. Le hará sentir querid@ e importante.
5. Educar en ocio y tiempo libre.
Si se tienen hobbies para aprovechar el tiempo libre no habrá oportunidad para
el aburrimiento y tampoco para pasar las horas muertas frente al teléfono
móvil. Educar en ocio saludable incluyendo actividades al aire libre y
compartidas con la familia, con mascotas o con personas de su agrado, es una
garantía de cara al futuro. Además de que al realizar actividades que le
gustan, se sentirá feliz, valorad@, capaz y automáticamente aumentará su
autoestima.
Bien es cierto que todo en su justa
medida es beneficioso, así que desde aquí os animamos a que hagáis un uso
responsable de la tecnología y transmitáis ese magnífico ejemplo a las
generaciones venideras.
¡Suelta el móvil! ¡Corre! ¡Salta! ¡Hay una
vida alucinante esperándote ahí fuera! J
Fuente: https://www.sanitas.es/sanitas/seguros/es/particulares/biblioteca-de-salud/prevencion-salud/nomofobia.html
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