Aquí unos consejos para docentes y padres para
conseguir mantener viva esa motivación por el aprendizaje durante
el confinamiento:
1- Horarios con tiempo libre. Durante
el periodo escolar, muchos niños van a la escuela por la mañana y parte de la
tarde, hacen actividades físicas y extraescolares, socializan y juegan con los
compañeros y, cuando llegan a casa, hacen las tareas escolares. Adriana
Ornellas, profesora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación y
coordinadora del grupo de investigación eTIC
de la UOC, afirma que no podemos reproducir al 100 % esta
realidad, pero sí establecer hábitos y rutinas que nos acerquen a una situación
de normalidad. Según la profesora de la UOC, es recomendable priorizar
las mañanas, cuando los niños están más activos y dispuestos a participar,
para que los docentes establezcan las conexiones con el grupo de clase y los
estudiantes se conecten a los entornos virtuales, conozcan las tareas
asignadas, planifiquen el trabajo y hagan actividades. Después, es
importante «destinar un tiempo del día para el paseo, el juego y la actividad
física en los espacios exteriores, ahora que se han flexibilizado las
medidas de confinamiento». Las tardes son más apropiadas para leer,
escribir, pintar, escuchar música, hacer tareas conjuntas o conectarse
virtualmente con amigos y familiares.
2- Fomentar la concentración de los niños con espacios
fijos. En función de las posibilidades del domicilio y de
cada familia, podemos controlar algunos aspectos que promuevan la
concentración. Si intentamos que estudien en un espacio lo más aislado
posible, con todo el material necesario, les estaremos ayudando a
reducir estímulos externos. «Así evitaremos interferencias de otras personas y
que tengan que levantarse para buscar material», señala Amalia Gordóvil,
profesora colaboradora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de
la UOC y psicóloga infantojuvenil en el centro GRAT.
3- Seguir las cinco «C». Para Adriana
Ornellas, la clave para lograr la motivación de los niños es promover
actividades de aprendizaje que incluyan las cinco «C»: contexto,
creatividad, curiosidad, control y colaboración. La primera se refiere
a conectar el aprendizaje con los conocimientos y las experiencias
previas, articulando lo que se aprende con la realidad que se está
viviendo; la creatividad se logra estimulando la resolución creativa de
problemas reales y significativos; en cuanto a la curiosidad,
se trata de procurar despertar el interés del estudiante por lo que
está aprendiendo; el control se refiere a que los estudiantes puedan
influir en lo que aprenden y elegir cómo lo aprenden, y respecto a
la colaboración, la idea es promover la interacción y el trabajo en
equipo entre los estudiantes y las familias.
4- Fijar objetivos pequeños y concretos. Para
fomentar la motivación de los niños, podemos concretar objetivos no demasiado
ambiciosos. De esa forma, serán alcanzables «y ellos verán que van consiguiendo
algo. Por ejemplo, hoy haremos los ejercicios de esta página. O estas diez
multiplicaciones», señala Zenaida Aguilar, profesora colaboradora del máster universitario de Psicología Infantil y Juvenil:
Técnicas y Estrategias de Intervención de la UOC, que advierte
que hacer lo contrario —es decir, marcarse metas muy ambiciosas— solo
conseguirá frustrarlos.
5- Adaptarse al niño. Las necesidades, los
intereses y las formas de aprender de cada niño son distintas, y tenerlo en
cuenta es una ventaja a la hora de motivarles. «No todos los niños tienen la
misma capacidad de atención ni la ponen en práctica de la misma manera. Hay
niños que en movimiento retienen más, otros lo hacen pintando, a algunos lo que
les funciona es aprender a partir de enseñar a sus peluches o «trabajando»
junto con mamá o papá… Con los descansos también hay que adaptarse a
cada niño y niña, ya que la capacidad de concentración varía», explica Zenaida
Aguilar. Por eso cree que lo importante es que los padres se adapten a las
necesidades de sus hijos y sugiere que se les pregunte a ellos mismos.
6- Ser congruentes. Si todos en casa saben
los horarios de los demás y se respetan, será más sencillo mantener
un orden necesario tanto para el aprendizaje como para que los padres puedan
trabajar, si lo hacen desde casa, o tengan su espacio de tiempo individual.
De lo contrario, la situación puede desbordarnos. «Es fundamental ser
congruente con lo pactado. Al fin y al cabo, lo mejor que nos deja este
confinamiento es la posibilidad de conectar con los niños y las niñas y que
sientan nuestra presencia, pero esta presencia ha de ser de calidad.
FUENTE: http://padresycolegios.com/
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