Cuando usamos la frase ‘Mi hijo/mi hija no me hace caso’ o ‘Pasa de mí’, estamos describiendo lo que entendemos por una relación de desobediencia y acto seguido nos surge la pregunta:
¿Por qué no me hace caso?
Cuando decimos que el niño o la niña desobedece, nos referimos a que no acata nuestras directrices, basándonos en una información incompleta. Cuando nuestro hijo o nuestra hija no obedece es posible que:
- Seamos nosotros que no nos estemos explicando correctamente.
- Estemos pidiendo algo por encima de sus capacidades.
- Sea una petición desde nuestra comodidad sin contemplar sus necesidades y emociones.
- Sea una exigencia.
Ten en cuenta que cuando exiges algo, das a la otra persona dos únicas opciones: doblegarse o rebelarse. La exigencia solo consigue que tu hijo o hija bien se someta, bien se resista a obedecerte, pero ninguna de esas variables son un buen resultado. Aunque consigamos que nos obedezca de forma inmediata, estaríamos educando a un/una joven que agacha la cabeza y acata las normas de las personas con poder. Este tipo de niño y de niña, cuando llega a adolescente, hace cosas que no quiere con tal de conquistar al líder del grupo o para contentar a su pareja. Seguramente no quieres un niño o una niña obediente, quieres un niño o una niña que sepa negociar y que elija con libertad ¿verdad? :)
-La solución nunca será exigir, sino hacer peticiones-
No es lo mismo decir a tu hijo ‘A la bañera’, que decir ‘¿Te parece si nos vamos al baño?’. Cuando das opciones al niño, estás respetando su identidad y le das la opción de decirte que no.
Pero ‘Si le doy opción a decirme que no, ¡puede que no me obedezca!’ Cierto. Lo que ocurre es que si se siente respetado/a ofrecerá menos resistencia ante peticiones lógicas.
Cuando el niño o la niña dice que ‘no’, existen unas razones detrás.
¿Por qué tu hijo o hija desobedece?
- La palabra más escuchada por el niño o por la niña es ‘NO’. ‘No toques’, ‘no cojas’, ‘no te subas’... tenemos a un niño o a una niña cuyo espíritu explorador está siendo constantemente frustrado. Está oyendo ‘no’ demasiadas veces al día y contrarresta con eso que ha aprendido: Si tú me ofreces el ‘no’, yo te devuelvo el ‘no’. No es una venganza, sino el resultado de una frustración sostenida en el tiempo.
- No jugamos con ell@s. El trabajo más importante del niño o de la niña es el juego y si esa faceta no está siendo compartida por los padres, se siente una parte menor en el hogar. No hace falta dedicar todas las horas del día a jugar ni que el juego sea muy largo.
- Tenemos mucha prisa con nuestras peticiones.
- Damos demasiadas órdenes.
- Olvidamos sus necesidades y ponernos en su lugar.
¿Por qué te enfadas cuanto tu hijo o tu hija te ‘desobedece’?
Lo que tu hijo o tu hija hace o dice es el estímulo de tus emociones, no la causa.
Él o ella no te enfada, su respuesta solo hace saltar la alarma sobre la causa de tu enfado, que puede estar en tu cansancio, tu estrés, tus ganas de divertirte o tu necesidad de un abrazo. Quizá necesitas seguridad, tranquilidad, confianza en que tu hijo o tu hija ‘no la va a liar’, o necesitas saber que no corre peligro, o te enfada y te desestabiliza pensar que no estás haciendo todo lo que puedes y que eres un mal padre o una mala madre.
¿Qué puedes hacer para mejorar estas situaciones?
- Haz peticiones, no exigencias.
- Háblale con calma. Respeta su posición.
- Cuando grite, baja tú el volumen.
- Si lo que pides tiene sentido y respeta a ambas partes, sé firme.
- Sé claro y dale una razón coherente. El ‘Porque lo digo yo’ o ‘Porque soy tu padre o tu madre’ no valen.
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